Un martes, a las 5 de la tarde, la vida cambia de golpe. Sin avisar. Sin un motivo. Y cambia para siempre. Pero no a peor.. simplemente cambia. Te dan una noticia que te provoca nuevos miedos, nuevos enemigos, nuevos pensamientos negativos que te bloquean, de los que quieres huir y salir corriendo.

Puede que tú también hayas tenido esta experiencia. En mi caso fue la confirmación por parte de un maravilloso médico de que tenía dentro de mi un cáncer. No contaba con ello, nunca lo imaginé, pero ese martes, a las 5 de la tarde, sucedió sin esperarlo ni quererlo. Sucedió y ese fue el primer instante de una nueva vida cargada de incertidumbre que no me habían enseñado a vivir ni tenia manual de instrucciones.

Había oído muchísimas veces decir: “no se trata de pasar la vida sino de vivir la vida”.... pero nunca lo había sentido como propio, nunca había tenido cerca esa emoción. Había leído decenas de libros de desarrollo personal que te recomiendan vivir el instante y ser feliz... pero se quedaban en teorías o recomendaciones que olvidaba en mi día a día.

Y un martes... sin esperarlo, todo salta por los aires y comienza un nuevo camino y un nuevo aprendizaje vital.

Saber que vas a morir es una realidad que nunca contemplamos detenidamente, que nadie explica, que asusta y justamente todo eso es lo que hace que nos perdamos la Magia de nuestra vida y todos los instantes y cosas bonitas que tenemos.

Ser conscientes de la muerte o el sufrimiento es, probablemente, el primer paso hacia un RENACIMIENTO continuo. No es malo, creerme. Ni ha de bloquear. Más bien, es una lección que debemos tener presentes cada mañana al despertarnos y que ha de ayudarnos a ser más felices.

En cada una de nuestras vidas hay IDEAS Y EMOCIONES realmente importantes sobre las que necesitamos reflexionar... realidades que debemos mirar de frente para renacer cada día. De una forma más positiva. Es curioso que la mayoría del tiempo vivamos fuera de nosotros mismos... que no sepamos colocarnos en el centro de nuestras vidas. Así, consumimos tiempo y esfuerzos en lograr lo que otros piensan que debemos lograr, sin preguntarnos si es lo que realmente queremos vivir. Y no gozamos de las pequeñas cosas, de esos instantes que nos regalan seres queridos, amigos, casualidades...

Pero el destino es implacable y siempre va a centrarnos, corregirnos, ayudarnos. Y lo hace de mil formas incluso inicialmente dolorosas... En ese instante de cambio todo parece negativo, pero con tiempo, perspectiva y esfuerzo llegas a ver que el cambio es la puerta para una nueva oportunidad de vivir y ser más feliz.

En cierta ocasión leía algo que me fascinó: sería maravilloso pensar que justo en el momento de morir, en ese instante de oscuridad, la luz que aparece al fondo es la que ilumina la sala del paritario por la que volvemos a nacer.

Si te detienes a observarte, Muchísimas veces hemos visto lo duro de la vida cerca: enfermedades, catástrofes, grandes problemas... mil veces nos hemos asomado a los casos “de otros” y ya nos hemos hecho resistentes a entender que podemos ser nosotros el siguiente.

El cáncer es un obstáculo en nuestra vida que te coloca en tu sitio: incertidumbre, lucha, amor, ilusiones, miedos, alegrías, canciones, lecturas... todo se agolpa en un segundo, todo cambia y es para siempre.

Sin embargo, desde esa palabra aparentemente maldita, comienza un nuevo camino en tu vida en el que de pronto sientes que no estás solo. En mi caso, mi luz de vida se llama Belén y los ángeles son mis hijas Lara, Sofía y María. Junto al amor infinito que me han dado siempre, en esos duros momentos ellas fueron todo en lo que agarrarme. Juntos a ellas, cerquita, mis padres y el resto de familia... y amigos especiales que me fui encontrando en la vida (llamadas, mensajes, paseos, crear una banda de música, hacer podcast, conversaciones de ánimo.... solo puedo daros infinitas gracias a todos y a cada uno de vosotros). Todos sumando energía maravillosa para que la enfermedad fuera un renacer integral, aprendido y positivo.

Aprendí algo muy importante que nunca entendí antes: ya no creo que haya reglas para vivir. No hay consejos ni sugerencias que valgan para todos los casos... ahora ya he comprendido que solo hay experiencias que compartir para inspirarnos en la magia de la vida. En el milagro que nos regalaron el día que nacimos y que debemos recuperar...

Leía que cada noche morimos para volver a renacer a la mañana siguiente al despertarnos... Me gustó esa forma de plantear cada día y la vida. Por ello, en este día tan importante para mi en esta iglesia del Padre Ángel, os dejo algunas reflexiones que son claves de cada uno de mis días: